sábado, 5 de septiembre de 2015

Sobre los derechos de los refugiados

ARTICULO DEL DIA

Cándido Marquesán   05/09/2015




Llegada de refugiados

Estos días veraniegos estamos contemplando unas imágenes extremadamente duras y que sobrecogen a toda persona de bien. La llegada a Europa a través del corredor de los Balcanes –¡cuánta istoria y en gran parte traumática ha acontecido en esta zona!– de millares y millares de refugiados de todas las edades, con predominio de gente joven con muchos niños, procedentes de países como Afganistán, Irak, Siria, Libia, inmersos en dramáticas e interminables guerras, de las que los europeos somos en buena parte responsables. Al respecto, cabe recordar la foto de las Azores, que el ínclito Aznar pensó que sería histórica como la que posaron en la Conferencia de Yalta al final de la II Guerra Mundial Josep Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt. Las imágenes recuerdan por su dramatismo y su carga humana la apresurada salida de la Cataluña, recién conquistada por las tropas fascistas, hacia la frontera de Francia, salpicada de lluvia y frío, y con continuos y terribles bombardeos, de millares de españoles al final de nuestra guerra incivil. A los refugiados amontonados a través del corredor de los Balcanes, cabe añadir los miles... que tratan de cruzar desde el norte de África el Mediterráneo –un auténtico cementerio–, los que esperan en la isla griega de Kos, masas de inmigrantes en Calais. Además, la mayoría de ellos víctimas de mafias inmundas.




Agencia Europea del Refugiado
La actuación de los dirigentes de la Unión Europea ha sido y lo sigue siendo, vergonzosa. No han sido capaces de llevar a cabo una política común ante un problema de tal gravedad. La UE que nació como paradigma de solidaridad, de defensa de la democracia y de los derechos humanos, por lo menos eso es lo que nos dicen, se ha visto desbordada, «sorprendida» y avergonzada por esta crisis migratoria. Turquía y el Líbano nos están dando lecciones a la hora de acoger a los refugiados. Sin embargo, en la civilizada UE a la que se le concedió el Nobel de la Paz en el 2012 –vaya sarcasmo–, observamos discusiones continuas entre sus dirigentes, que, vista su actuación, en el fondo asumen la ideología de los líderes de la extrema derecha europea: «Extranjero, no es mi problema, arréglatelas como puedas». Y todo ello acompañado además de ataques neonazis en centros de refugiados en Alemania, alambradas y el ejército en la frontera de Hungría. ¿Qué queda en esta Europa nuestra de la tradición ilustrada y de la herencia humanista?
 
La gran mayoría de los que llegan son refugiados, lo que no quita que también vengan emigrantes. De una manera torticera, se entremezclan con finalidades de réditos electorales inmigración con refugiados. Mas hay que hablar con propiedad. Insisto, la gran mayoría de los que llegan de los países comentados son refugiados, tal como se especifica claramente en la Declaración de Cartagena de 1984 «refugiados son las personas que han huido de sus países porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por la violencia generalizada, la agresión extranjera, los conflictos internos, la violación masiva de los derechos humanos u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público».
 
Una atención adecuada por parte de las instituciones de la UE a los refugiados no sólo es exigible por razones humanitarias, sino también porque así lo establece la legislación, tanto internacional como nacional. Además por el peso de la historia, ya que el asilo político, es un derecho sedimentado en las culturas que llegan a considerar la protección del refugiado como perteneciente a lo sagrado. Para los romanos, asilo era un dios. Y si no fueran suficientes los motivos expuestos, apelo a la conciencia de muchos gobernantes de la UE pertenecientes a la democracia cristiana, para los cuales uno de sus valores es el del humanismo cristiano. ¿O no es así, Sr. Fernández Díaz?



Miles de personas piden por los refugiados
en el Santuario de Torreciudad
Tal como señala Stefano Rodotá, hoy hemos salido de un tiempo en el que el derecho de asilo era casi siempre político y reconocido casi exclusivamente a una élite intelectual. Estamos viendo que es un fenómeno de masas que lleva las razones del refugio más allá del catálogo reflejado en la Convención de la ONU, en el Estatuto del Refugiado de 1951, que habla del «justificado temor de ser perseguido por raza, religión, ciudadanía, grupo social u opiniones políticas». Las mismas referencias se hallan en constituciones y declaraciones de derechos a propósito de la igualdad, y que así remite y afecta también al refugiado. El catálogo se ha ampliado en la Carta europea de derechos y en la Declaración de Cartagena, ya citada. Incluso, se vislumbran en el futuro nuevas figuras de refugiados, como, por ejemplo, los «ecoprófugos», obligados a huir por el cambio climático, que les imposibilita su modo de vida en los territorios en que históricamente han vivido.

Al refugiado político se le debe garantizar el ejercicio de sus libertades democráticas para acceder a los derechos fundamentales. No solo asilo. Los Estados no deben desatenderse de sus condiciones materiales. Tienen que acceder a bienes esenciales como la instrucción, el trabajo, la salud, que son precondiciones para el ejercicio de las libertades democráticas, tal como aparece en la Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, como desarrollo del art. 13 de nuestra Carta Magna.

El Periódico de Aragón

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