domingo, 25 de octubre de 2015

El recibo de la luz, un asunto oscuro

Casi la mitad de la factura de la electricidad corresponde a conceptos ajenos a la estricta prestación del servicio.
 

Oscuro asunto
Las quejas de los ciudadanos españoles por el elevado coste de la factura de la electricidad son una constante casi desde tiempos inmemoriales. Probablemente, ningún otro servicio básico concita tanto descontento por su precio, y en los últimos años la situación ha ido a peor pese a la liberalización del sector, que debería haber redundado en una mayor competencia entre las compañías. Pero la realidad del mercado eléctrico se asemeja más a un oligopolio que al juego de la oferta y la demanda. Una de las explicaciones de esta singularidad es el llamado déficit de tarifa, un mecanismo instaurado por el Estado en el 2000 --siendo vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato-- que permitió repercutir a posteriori en los usuarios los costes que en esos años no habían cubierto unas tarifas sujetas a precios políticos.
Lo que se hizo entonces, pues, no fue más que ganar tiempo y aplazar una solución duradera del problema. Fue una decisión muy política, en el peor sentido de la expresión, que los ciudadanos españoles arrastrarán todavía durante tres lustros más, hasta que queden enjugados los 30.000 millones de euros del déficit tarifario.

SERVICIO BÁSICO// Pero esta pesada carga es solo una más de las varias que han sido cargadas sobre las espaldas de todos los consumidores: las compensaciones, cargas y otros conceptos atípicos que se incorporan a la (inextricable) factura de la luz sin formar parte de la generación y distribución de electricidad suponen hoy nada menos que el 46% del recibo, 14 puntos más que hace seis años.
El resultado es que España es el cuarto país de la UE en el que más caro es este servicio básico, sin que exista ninguna razón objetiva que lo justifique porque el coste de producción del kilowatio incluso se ha reducido desde el 2008.

PEAJE EN LA SOMBRA// No es propio de un país moderno que se utilice la factura de la luz para hacer pagar a escote entre los ciudadanos el coste de medidas ajenas a la estricta prestación del servicio. Este remedo de peaje en la sombra inverso no puede perpetuarse sin grave descrédito del poder público y las propias compañías. Ahora que, tras 20 años, los usuarios dejarán de pagar a las eléctricas la compensación por la paralización de tres centrales nucleares --medida impuesta en su día por el Gobierno de Felipe González-- es buen momento para reflexionar sobre esta anomalía.
 
Periódico de Aragón.

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