martes, 6 de octubre de 2015

MENTIROSOS DE CATEGORÍA.

Volkswagen es la mayor industria de Alemania, y su imagen de marca caída supone la caída de toda la imagen de marca alemana.
 
 
Volkswagen. VW


JORGE M. REVERTE

De modo que hemos pillado ni más ni menos que a Volkswagen en una maniobra de esas que se cuentan entre sí los supervivientes de cualquier generación de escolares en una cena conmemorativa de la promoción que engañaba al cura, pongamos que bolita, cuando éste metía la mano en los bolsillos de los niños para ver si había cromos del capitán Trueno. Bolita perseguía fines rijosos.

Bolita no sufría la repulsa social, porque el principal motivo de su permanencia al mando del aula era mantener el orden, y que el colegio de pago siguiera estando en cabeza del ranking de colegios por la calidad de su enseñanza y el rigor de su sistema disciplinario. Lo de la fábrica de coches alemana, la mayor del mundo hasta que un día alguien nos diga que se han colado seis chinas por delante, según los analistas de los suplementos económicos de los periódicos, ha hecho que se tambalee la valoración de la marca VW en todas las bolsas.

Y es que uno de los factores que influye en esa valoración es la transparencia. Y Volkswagen estaba haciendo una chapuza que significaba que el padre Bolita ya no hacía bien su trabajo. Los fabricantes de coches habían engañado durante mucho tiempo a quien tenía que supervisar sus emisiones. A largo plazo, esto era un atentado contra la salud de los ciudadanos, compraran el coche que compraran. A corto plazo suponía que los fabricantes podían engañar casi a quien quisieran sobre cualquier dispositivo de seguridad: por ejemplo que el líquido de frenos estuviera en los niveles adecuados.

Y se ha producido la convulsión lógica, porque además Volkswagen es la mayor industria de Alemania, y su imagen de marca caída supone la caída de toda la imagen de marca alemana. Los próximos spots publicitarios de un coche alemán ya no se basarán en esa calidad, sino exclusivamente en las virtudes físicas de Claudia Schiffer. Ha pasado con Alemania. ¿Una excepción en la industria? No nos lo queremos creer porque el capitalismo no se lo cree.

Pero si juntamos esto a la estafa puesta en marcha por la City para manipular los tipos de interés, tenemos ya capitalismo industrial y financiero metidos en el gran engaño.

¿Habrá que desconfiar del capitalismo? Como del padre Bolita.


El País.


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