sábado, 26 de diciembre de 2015

No era el apocalipsis

Los de mi generación tendemos a ver como una época dorada la anterior transición, y no nos ilusionamos con otra nueva que pueda ser un fiasco.
 
Pues no, no era el apocalipsis. Para eso están los presidentes de los Gobiernos estables. Y este no es sólo un Gobierno en funciones, sino un Gobierno estable en funciones, que es muy distinto. Mariano Rajoy compareció el lunes ante los periodistas, y lo hizo sabiendo muy bien su papel. Detrás de él había una foto fija que nos mostraba una calle de una ciudad cualquiera, pero emborronada, no sabemos si por la premura del cámara haciendo un barrido o por la situación de caos que vive el universo. Pero no, Rajoy estaba sin emborronar, y aunque todavía tenía sólo la estabilidad en funciones, nos daba tranquilidad.
 
A mí, por lo menos, sí me sirve. Porque yo veo la televisión, oigo la radio y leo los periódicos, y me queda la sensación permanente de que estamos al filo del apocalipsis. Es decir, ya no tiene uno ninguna estabilidad a la que aferrarse: los edificios detrás del presidente se tambalean.
 
¿A quién hacemos caso, al presidente, a la Bolsa (siempre tan sensible a nuestras preocupaciones), al líder de Podemos? Pues ya que Rajoy tiene un Gobierno estable que sólo tiene el defecto de que su estabilidad es en funciones, yo quiero aferrarme a la idea de que vivo en una etapa de mi vida que necesita estabilidad. O sea, que quiero creer a Rajoy. Y no le entrego mi confianza, pero sí mi estabilidad emocional. Ande, señor presidente, estabilíceme, o tampoco le votaré la próxima vez.
 
El otro gran implicado en esta historia de la estabilidad es Pablo Iglesias, que ha dicho que viene una segunda transición. Sus juicios sobre la primera y sobre los presuntos mangantes como yo que nos hemos lucrado con España y convertido en una casta me llevan a pensar que nos metemos en otro lío con salida poco airosa. Una nueva transición que amenaza con una nueva decepción.
 
Ya en retirada forzosa por la edad, los de mi generación tendemos a ver como una época dorada la anterior transición, y no nos ilusionamos con otra nueva que pueda ser un nuevo fiasco.
 
Pero amenazo a los dos. A Iglesias, con que vamos a seguir aunque no le guste a él, y a Rajoy, con que vamos a seguir aunque no le guste él.
 
 
Eso puede que no sea una transición. Pero no es un apocalipsis.
 


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