viernes, 11 de marzo de 2016

Conflicto y consenso

Hay quienes convierten el debate en una lucha por la supervivencia: nosotros contra ellos, todo o nada, ahora o nunca.



Tensando o aflojando la cuerda
Alabamos el consenso y elogiamos a los líderes políticos cuando son capaces de alcanzarlo. Y repudiamos el conflicto y nos lamentamos cuando lo impregna todo. Es comprensible que a algunos les pueda resultar doloroso, incluso cínico, pero la realidad es como es: la política es tanto conflicto como consenso. En unas ocasiones la política debe ser conflicto y expresarse a través de él; en otras debe ser consenso y visualizarse como tal. Respecto a cuándo conviene uno u otro, hay que ser pragmático: bien manejado y dependiendo de las circunstancias, un buen conflicto puede ser tan útil como un buen consenso. Quien no lo entienda o se niegue a aceptarlo no durará mucho en el mercado político.
 
El conflicto es útil para galvanizar a las bases, cohesionar a los votantes, reforzar la identificación con los líderes, cimentar las identidades y poner a los demás a la defensiva. El consenso es útil para comprar tiempo, seducir a los reticentes, ensanchar los apoyos, ganar en respetabilidad y limar las aristas más agresivas del liderazgo. Alguien interesado en el consenso minimiza las diferencias. Alguien interesado en el conflicto no solo las magnifica sino que convierte el debate en una lucha por la supervivencia: nosotros contra ellos, todo o nada, ahora o nunca.
 

Negociar, pactar, consensuar, es repartirse una diferencia. Si A y B tienen que repartirse 100 unidades de algo, el espacio intermedio para el acuerdo es enorme. Si el poder negociador de A no es muy alto, cualquier cantidad por encima de cero será aceptable. Hoy quizá acepte 40, pero si no cierra la puerta, mañana puede que llegue a 60. Sin embargo, las diferencias morales no se pueden negociar: nos permiten quemar los puentes que nos conectan con nuestro potencial aliado, ahora adversario, de ahí la utilidad de traducir las diferencias políticas en categorías morales. Si algo es bueno, su contrario tiene que ser necesariamente malo. ¿Y cómo se reparte lo malo? Esta semana, las fuerzas políticas no se van a dividir entre vieja y nueva política sino entre los que piensan que necesitan el conflicto para sobrevivir y los que vinculan su supervivencia al consenso.
 
 @jitorreblanca
 
El País

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