domingo, 27 de marzo de 2016

Cuanto peor, mejor

Vuelo sin motor
 
" El amigo Félix"
 
 
Los salvajes atentados de Bruselas confirman el postulado que siguen todos los movimientos terroristas: cuanto más empeoren las condiciones democráticas, mayor será el éxito del terrorismo. En Europa hay una confusa amalgama entre el repudio al yihadismo radical y el rechazo a los refugiados, mayoritariamente musulmanes. Los dirigentes europeos, presionados por los movimientos populistas xenófobos, reculan con la acogida a los refugiados y adoptan medidas que traicionan sus ideales. Para la perversa lógica terrorista, el ataque contra Charlie Hebdo y la masacre de París no fueron inútiles. Consiguieron aumentar el miedo, les dieron impulso a los partidos racistas e influyeron en la toma de decisiones. Ahora atentan en Bruselas, emblemática capital de la Unión.
 
No debería extrañarnos este argumentario siniestro. ETA lo puso en práctica en España. Cuando en 1977 empezaban a trenzarse los mimbres de una frágil democracia, ETA puso su objetivo en los guardias civiles, policías y militares. Las Fuerzas Armadas eran las que podían descabezar la incipiente libertad, por tanto había que hostigarlas. Casi lo consiguen con el golpe de estado del 23-F de 1981. Los socialistas desactivaron a los militares golpistas a partir de 1982, en buena medida con mejoras económicas y jubilaciones. Dado que el generalato no suponía un peligro, ETA amplió los objetivos: había que asesinar a los políticos que se enfrentaban al terrorismo; y a algún periodista que lo denunciaba. Decían que aspiraban a liberar al País Vasco... ¿Pero qué pretendían realmente? ¿Aplastar la democracia? ¿Doblegarnos mediante el miedo?
 
Hay que recordar los valores que rigen la UE, empeñada en crear "un espacio de libertad, seguridad y justicia, sin fronteras interiores, donde se respetan los derechos humanos. En este espacio se promocionan el desarrollo sostenible, el progreso científico y técnico y se lucha contra la exclusión social y la discriminación". Contra este ideario van dirigidas las bombas de Bruselas.
En la endiablada guerra siria, donde no acabamos de saber qué bando es peor, sólo tienen razón los miles de personas que huyen para salvar la vida. El fenómeno migratorio, unido con los atentados yihadistas, ha convulsionado a Europa. El resultado ha sido el aumento del miedo. Un momento difícil, que hace que se tambaleen los principios de la UE y exige dirigentes con la cabeza fría y altura de miras.
 
Ángela Merkel, que apadrinó un necio "austericidio" económico, se erigió sin embargo como abanderada de la acogida de refugiados. La derrota en las elecciones regionales alemanas de este mismo mes y el auge de Alternativa para Alemania (AfD) la han doblegado. Ante el repliegue en los nacionalismos particulares, ¿qué dirigente tiene talla moral para aguantar el embate y defender los valores de la Unión?
 
Sin embargo, es necesario un rearme de nuestros ideales para que no nos sometan mediante el terror y el miedo. Camus, en plena Segunda Guerra Mundial, escribió Cartas a un amigo alemán. En ellas les anunciaba a los nazis la derrota porque los ideales de los resistentes eran superiores. Y añadía: "Porque nuestra Europa es nuestra esperanza".
 
Escritor

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