sábado, 14 de mayo de 2016

El negocio


Los casos de corrupción incluyen, en su apartado estrella, la prestación de “servicios inexistentes”






El diputado del PP Vicente Martínez Pujalte, sin ir más lejos (aquí hay que recordar a aquel cura que cuando quería poner un ejemplo decía: “Dios, sin ir más lejos”), ha sido denunciado por cobrar trabajos inexistentes, la famosa asesoría verbal a una constructora que le pagaba 5.000 euros al mes para aprovechar su “visión privilegiada”, según dijo en su momento el consejero delegado. ¿En qué consiste una asesoría verbal? El constructor lo explicó: tomar con Pujalte un par de cafés al mes. Pujalte es la persona que mejor bebe café de la historia; bebe el café como lo debe de beber Batman, por eso 5.000 euros al mes por verlo coger dos veces la tacilla es un precio razonable. No es casualidad que terminado el trabajo Pujalte decidiese afeitarse el bigote, pues el barrido del primer sorbo era parte del espectáculo.
 
La práctica es común y muchos de los casos de corrupción incluyen, en su apartado estrella, la prestación de “servicios inexistentes”, un eufemismo exótico, pues de lo que se trata es de pagar lo que no se hace. Y revela la formidable salud del empleo español cuando no se realiza: suelen ser los puestos de trabajo mejor pagados. Hay contratos fijos, temporales y después están los contratos que se sitúan en un plano superior, destinados a levantar un país imaginario. El Instituto Benéfico Nóos recibió 380.000 euros del Gobierno valenciano para organizar la candidatura a los Juegos Europeos; Valencia no optó a los Juegos. Camps lo justificó diciendo que como Madrid se presentaba a los Juegos Olímpicos Valencia se retiró de los Europeos por “lealtad, patriotismo y españolidad”, las mismas razones por las que cobraba el yerno del Rey. González Pons, más realista, dijo que Valencia no se había podido presentar porque Nóos no hizo nada: se trataba de un trabajo inexistente. El Gobierno pagaba y Nóos no trabajaba; si se le ocurría trabajar, el Gobierno empezaba a pensar mal.
 
Circula dinero legal, dinero negro y dinero que subvenciona actividades invisibles, como los cursos de formación de la Junta de Andalucía. Ese dinero no forma parte estrictamente de una economía sumergida sino de algo más sutil: de una economía ficticia y boyante. Cuanto menos se trabaje, más dispuesto se muestra a pagar el empresario, especialmente si es a sí mismo a través de sociedades instrumentales. De la investigación sobre Mario Conde, por ejemplo, se concluye que el exbanquero repatriaba su fortuna a través de préstamos fingidos y trabajos inexistentes. Si uno se presta dinero a sí mismo y se paga su propio trabajo los problemas desaparecen. Si además en ese contrato lo único que no es tuyo es el dinero estamos ante un negocio perfecto.
 
EL MIRADOR.- El País.

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